Fields of Joy Foundation
  • Sobre nosotros
  • Iniciativas
  • Recursos
  • Contacto
  • Red de especialistas
  • Donaciones
ENG
Donaciones Menu
    Fields of Joy Foundation
  • Donaciones
  • Cerrar
  • Inicio
  • Sobre nosotros
  • Iniciativas
  • Recursos
  • Contacto
  • Red de especialistas
  • ENG
Volver

26 May, 2025

El AMOR no fue suficiente: el rostro humano de la bipolaridad

El AMOR no fue suficiente: el rostro humano de la bipolaridad

Jorge era un ser de paz. Diseñador, artesano, amante del mar, el yoga y el reiki. Desde pequeño fue un personaje entrañable. Nació diez años después de sus hermanos y pronto se convirtió en el querendón de su familia y el vecindario. Se ganó a todos con su chispa y ternura.

Amaba el océano. Era su refugio, su centro, su forma de respirar. Desde niño se sentía más en casa bajo el agua que en tierra firme. De niño fue campeón de natación, luego buzo libre, surfista, pescador con arpón - el mar era su terapia. Su madre, Luisa, recuerda un Día de las Madres en que llegó con una nevera llena de langostas que había pescado él mismo para regalarlas a todas las madres de la familia. “Él era así. Amoroso, detallista, generoso”.


La primera señal

En séptimo grado, Jorge le confesó a su madre que tenía dificultad para concentrarse. Acudieron a un psiquiatra y recibió un diagnóstico de trastorno por déficit de atención. Comenzó tratamiento, pero lo abandonó en la adolescencia porque lo hacía sentir soñoliento. Inicio el uso de cannabis como mecanismo para manejar sus síntomas. Era popular, líder y no mostraba signos de una enfermedad mental severa, pero su mente ya estaba en lucha.

Fue exitoso en su carrera académica. Estudio diseño, graduándose con honores.

Se convirtió en padre, asumiendo esa responsabilidad con amor y compromiso. Comenzó a trabajar con una empresa de autenticación de identidad. Diseñó productos de vanguardia en el área de tecnología de seguridad y logro ver su producto realizado luego de viajar a China para supervisar su manufactura.

Todo parecía perfecto, pero la perfección era una fachada. Detrás del brillo, crecía en silencio una sombra difícil de nombrar.

A los 32 años, y tras la compañía en la que trabajaba cesar en funciones, cayó en una profunda depresión. Tenía sueños y planes, pero no lograba concretarlos. Sufrió su primer episodio depresivo. A partir de ahí comenzó un deterioro progresivo. Comenzaron los delirios de persecución, episodios maníacos y miedos. Fue entonces, alrededor del 2015, cuando recibió por primera vez el diagnóstico de trastorno bipolar.

Iniciaron los periodos de inestabilidad laboral y familiar. La relación con su entorno se volvió difícil. Jorge se desconectaba, hablaba sin escuchar y mostraba un comportamiento errático.

Rechazaba sus medicamentos porque sentía que le “robaban la chispa”. Como muchos pacientes bipolares, durante la manía se sentía invencible. Tenía etapas de creatividad, energía, grandiosidad. Creía que lo podía lograr todo. “¿Por qué tomar algo que me apaga, si me siento poderoso y creativo?”, parecía pensar. Se automedicaba con cannabis, sin saber que, en su caso, era contraproducente y le inducia psicosis.

Alternaba entre empleos —que le generaban estrés y lo descompensaban— y etapas de vida más tranquila, pescando y confeccionando artesanías frente al mar.

La enfermedad le robó la estabilidad y, poco a poco, también su espíritu.

Un sistema que no escucha

Pese a contar con una red de apoyo familiar, un psiquiatra privado y acceso a medicación, Jorge no lograba mantener el tratamiento. Solo lo aceptaba en momentos de crisis. En los últimos cinco meses de su vida, fue hospitalizado en cuatro ocasiones por intentos de suicidio.

El sistema de salud mental en Puerto Rico les falló en cada paso, asegura su madre. “El sistema de apoyo telefónico es una farsa mediática. Cuando Jorge llamó al 988 con ideaciones suicidas, quien lo atendió no estaba preparado para manejar una crisis. No supo qué decirle”.

En esa primera ocasión, Jorge fue recluido en una institución de salud mental en Puerto Rico, donde la comunicación con el psiquiatra fue escasa. Fue dado de alta tras pocos días, supuestamente estabilizado, con la única promesa de que tomaría sus medicamentos. Luego pasó a una hospitalización parcial, a todas luces insuficiente. Nunca hubo una estabilización real.

Jorge intentó quitarse la vida en dos ocasiones adicionales. Tras cada intento, el patrón se repetía: ingreso, escasa intervención, alta prematura.

Durante su última hospitalización, su madre suplicó un cambio de tratamiento. Imploró a la trabajadora social que no le dieran de alta tras cuatro días. “Les dije que Jorge necesitaba más. Que era su cuarta admisión en menos de cinco meses”. Lo dieron de alta.

“No escucharon nuestras súplicas. Jorge firmaba que se tomaría los medicamentos y con eso bastaba. El sistema es sordo y superficial”.

Dos días después, Jorge se quitó la vida.

Más que una estadística

Jorge no era solo un diagnóstico. Era un hijo, un padre, un hermano, un amigo. Era creatividad, sensibilidad, humor y talento. Amaba a sus hijos, a su familia, al mar, a la naturaleza. Tenía principios, deseos, esperanzas. Quería sanar. Pero el sistema falló, y su mente enferma le ganó la batalla.

Luisa recuerda con ternura al niño que recorría el vecindario con botas de vaquero y una mochila de Snoopy llena de provisiones. Recuerda al adolescente compasivo que se preocupaba por los más pequeños. Extraña al joven adulto que diseñaba, pescaba, sembraba plantas y amaba con intensidad.

“Yo lloro por ese Jorge. El que era libre, feliz, con su tabla de surf y su sonrisa. El que me abrazaba con fuerza. El Jorge que murió tenía una enfermedad mental. Pero su vida tuvo intención. Y si su historia puede salvar a alguien más, entonces su muerte no fue en vano”.

Hablar para sanar

En este Mes de Concienciación sobre la Salud Mental, Luisa ha decidido alzar la voz. Se ha unido a la organización Fields of Joy Foundation, convencida de que hablar con honestidad sobre salud mental puede salvar vidas. Luisa comparte su experiencia caminando junto a los misterios y sufrimientos de la enfermedad mental con un solo propósito: que la muerte de su hijo sirva para descoser la manta de silencio que rodea los trastornos de salud mental.

Su historia, aunque marcada por el duelo, también está tejida de amor, resistencia y esperanza. Esperanza de que otro joven, con ayuda oportuna y apoyo real, pueda estabilizarse y vivir una vida memorable. “Para Jorge ya es tarde. Pero si un solo joven encuentra paz o apertura gracias a lo que vivió Jorge, entonces su muerte tiene propósito”.

Una epidemia silenciosa

Jorge es uno de muchos que sufren en el anonimato. Miles de personas viven con trastorno bipolar en silencio, ocultando síntomas por miedo, vergüenza o falta de acceso. Su historia nos recuerda que la bipolaridad no es un capricho, ni una exageración. Es una condición de salud mental crónica, seria, difícil de diagnosticar y aún más difícil de manejar sin un sistema de apoyo robusto, tratamientos adecuados y una sociedad que comprenda.

Durante este mes, su historia nos llama a actuar.

El amor no basta. El estigma mata. El tratamiento salva.

En su memoria, y por tantos como él, hablemos de salud mental sin prejuicio, miedo ni vergüenza. Cuanto más la normalicemos, menos historias como la de Jorge tendremos que contar.

Aprendizajes que salvan vidas

Luisa comparte verdades fundamentales:

  • El diagnóstico temprano es vital.
  • La adherencia a la medicación salva vidas.
  • La educación y el apoyo familiar marcan la diferencia.
  • El sistema de salud necesita reformas urgentes.
  • Hablar de salud mental debe ser tan normal como hablar de diabetes o asma.

Consejos para quienes luchan, y para quienes aman

A los jóvenes, les dice:

  • La adherencia al medicamento es vital.
  • No te avergüences.
  • Busca ayuda.
  • No te aísles. Busca sostén en tu grupo de apoyo.
  • Quiérete. Perdónate. No te castigues.
  • Habla con alguien que te escuche sin juzgar.
  • No te rindas. Siempre se puede comenzar de nuevo.
  • Aprende a reconocer tus detonantes y evítalos.
  • Cuida tu sueño, tu rutina.
  • Si resbalas, perdónate y vuelve a empezar.
  • La estabilidad es posible.
  • Mereces vivir.

A las familias:

  • Abracen. Escuchen. Eduquen.
  • No están solos. Busquen ayuda profesional y grupos de apoyo.
  • Establezcan límites con amor.
  • Cuiden también su propia salud mental.
  • Identifiquen los detonantes junto a sus hijos.
  • Refuercen un hogar de paz, aceptación y comunicación
  • Encuentren un propósito en ayudar a organizaciones sin fines de lucro como Fields of Joy.
Fields of Joy Foundation

Honramos el legado de la Dra. Joy Lynn Suárez-Kindy, trabajando incansablemente para mejorar la salud mental de niños y adolescentes en Puerto Rico.


Navegación

  • Inicio
  • Sobre nosotros
  • Iniciativas
  • Recursos
  • Contacto
  • Red de especialistas
  • Donaciones

Contacto

info@fieldsofjoy.org

Idioma

Español English

© 2025. Fields of Joy Foundation - Diseñado y administrado por Gravital Agency